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¿Soy alcohólico/a?

Cuando alguien se plantea esta pregunta empieza a ser consciente que algo no funciona bien. Hay una gran naturalización y aceptación social del consumo de acohol y la sociedad considera alcohólico, de forma errónea, a quien va alcoholizado durante el día, iniciando su consumo de buena mañana o bebiendo todos los días de la semana. Pero con este pensamiento estamos excluyendo otras formas de alcoholismo que sí existen. Debemos aclarar que el alcoholismo no está determinado por la cantidad de alcohol que una persona consume por día sino por cómo esa persona se relaciona con el alcohol: con dependencia, necesidad, compulsión y dificultades para estar sin consumir.

Es decir, una persona es alcohólica por cómo bebe independientemente de que lo haga todos los días, un día a la semana o esporádicamente. No es alcohólica cualquier persona que consuma alcohol, ya que puede haber consumo sin establecer un vínculo de dependencia y adicción con él. Pero… ¿qué ocurre en el cuerpo humano allí donde sí hay dependencia?

Efectos del alcoholismo

Una vez ingerido en el organismo, el alcohol produce dos acciones contrapuesta, un efecto desinhibidor y un efecto depresor. El primero bloquea partes del cerebro encargadas del pensamiento, la capacidad de reflexionar, la conciencia moral, los valores éticos; y sobreestimula impulsos y emociones. Esto nos permite comprender que una persona bajo los efectos del alcohol pueda mostrarse diferente respecto a cuando está sobria e incluso incurrir en delitos sin posibilidad de control.

El efecto depresor inhibe el sistema nervioso central provocando una disminución en sus funciones: menor atención, menor coordinación psicomotriz, somnolencia, sensación de agotamiento, entre otros, llegando en casos extremos al paro respiratorio y muerte.

La aparición de la tolerancia a la bebida

¿Por qué van aumentando las cantidades consumidas de bebidas alcohólicas? Porque el cuerpo genera tolerancia a la sustancia, es como si se acostumbrara y, al no producir el efecto esperado, entonces se hace necesario tomar más cantidades de alcohol o bebidas alcohólicas más fuertes para lograr los efectos que se buscan.

¿Por qué la persona alcohólica no puede parar de beber?

Otra concepción a desnaturalizar refiere a las razones de la dificultad, en unos casos, y a la imposibilidad, en otros, de parar de beber. No es por gusto, capricho ni por vicio, es por la fuerte compulsión a tomar que siente la persona alcohólica, que llega a tornarse irrefrenable y que escapa a su control voluntario, porque se encuentra en una situación de dependencia física y psicológica.

El cuerpo pide el alcohol y la cabeza lo necesita para seguir. Además sin consumo se desarrollan los síntomas de la abstinencia, la cual se presenta con sensaciones desagradables, manifestaciones físicas, ansiedad, irritabilidad, angustia y necesidad de consumir.

¿Cómo actuar si creemos que tenemos un problema de alcoholismo?

Un primer paso implica desnaturalizar el consumo problemático de alcohol. Al hacerlo, empiezan a surgir dudas y necesidad de pedir ayuda.

Es importante tomar conciencia del consumo problemático de alcohol a tiempo, por los riesgos que puede ocasionar, ya que el alcoholismo provoca mayor probabilidad de sufrir accidentes, enfermedades y muerte, además de tener efectos a nivel comportamental, emocional, social, laboral, legal.

La orientación y contención a las familias es fundamental para comprender que el alcoholismo es una enfermedad que tiene recuperación y para la cual es indispensable un tratamiento especializado tanto para el familiar alcohólico como para el resto de la familia. Esto permitirá a las familias resignificar el consumo y sus consecuencias, generar cambios de actitud y construir espacios de diálogo y comunicación familiar.

Contacte con nosotros si usted o una persona cercana tienen un problema de alcoholismo; le orientaremos sin compromiso.