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¿Por que las drogas crean más adicción que las recompensas naturales?

La dopamina es un neurotransmisor que se encuentra en las regiones del cerebro que regulan el movimiento, la emoción, la motivación y los sentimientos de placer. Tanto el exceso como la deficiencia de esta sustancia química vital son lacausa de varias enfermedades. El Parkinson y la adicción son algunos ejemplos de problemas asociados a niveles anormales de la dopamina.

De manera natural, este circuito es básico para la supervivencia del individuo yde la especie, ya que de él dependen actividades placenteras como la alimentación o la reproducción. La activación del circuito de recompensa facilita el aprendizaje y el mantenimiento de las conductas de acercamiento yconsumatorias, claves para la adaptación y la supervivencia.

Dopamina y drogas

El consumo de sustancias hace que este circuito del placer quede secuestrado, y consigue queel sujeto aprenda y tienda a realizar conductas de consumo de la sustancia, así como a mantener en su memoria estímulos contextuales que posteriormente pueden servir de desencadenantes del consumo. Así, el circuito de recompensa es una vía común de reforzadores tanto naturales como artificiales (como las drogas). Esta misma vía, parece ser común para otro tipo de adicciones, conductuales, como la adicción al juego, internet, a las compras, al sexo…

¿Por qué las drogas son más adictivas que las recompensas naturales?

Cuando se toman algunas drogas adictivas, pueden liberar de 2 a 10 veces más la cantidad de dopamina que las recompensas naturales. Cuando las drogas se fuman o se inyectan, esto ocurre casi de inmediato y los efectos pueden durar mucho más que los producidos por las recompensas naturales. Los efectos resultantes sobre el circuito de recompensas del cerebro son gigantescos en comparación con los producidos por los comportamientosnaturales de placer. El efecto de una recompensa tan poderosa motiva fuertemente a la gente a consumir drogas una y otra vez.

¿Qué pasa al cerebro si seguimos consumiendo?

Para el cerebro, la diferencia entre las recompensas naturales y las recompensas producidas por las drogas se puede describir como la diferencia entre alguien que susurra al oído y alguien que grita con un micrófono. Así como rechazamos el volumen demasiado alto de una radio, el cerebro se ajusta a las oleadas abrumadoras de dopamina (y otros neurotransmisores), produciendo menos dopamina o disminuyendo el número de receptores que pueden recibir señales. Como resultado, el impacto de la dopamina sobre el circuito de recompensas del cerebro de una persona que abusa delas drogas puede llegar a ser anormalmente bajo, y se reduce la capacidad de esa persona de experimentar cualquier tipo de placer.

Así, una persona que abusa de las drogas eventualmente se siente aplacada, sin vida y deprimida, y es incapaz de disfrutar de las cosas que antes le resultaban placenteras. Ahora, la persona necesita seguir consumiendo drogas una y otra vez sólo para tratar de que la función de la dopamina regrese a la normalidad. También es habitual que la persona adicta tienda a consumir cantidades mayores de droga para conseguir el efecto deseado lo que es conocido como tolerancia.