Los profesionales que nos dedicamos a tratar con personas adictas, a menudo nos encontramos con testimonios de pacientes que suelen ser bastante similares entre sí. Comentarios, palabras o frases a las que han sido expuestos en forma reiterada que generan un imaginario colectivo de lo que es la adicción y aportan al estigma en torno al adicto. Muchas veces esta forma de entender la adicción responde a conceptos viejos sobre la patología que poco tienen que ver con los conocimientos actuales respecto al tema.
Y es que en el presente, los especialistas entendemos a las adicciones como una enfermedad, un trastorno médico crónico que puede ser tratado. Con la particularidad de que el entorno social respecto a una persona adicta juega un rol importante, y es por ello que creemos apropiado tomarnos un tiempo para reflexionar y compartir de qué forma es posible abordar el tema sin caer en esos viejos conceptos.
El estigma: culpar a una persona por su enfermedad
Muchos son los medicamentos y terapias que existen en la actualidad para tratar las adicciones y los trastornos por consumo de opioides y alcohol. Sin embargo, una de las mayores dificultades para acceder a estos tratamientos radica en que muchas de las personas que podrían beneficiarse de su uso, ni siquiera tratan de obtenerlas. El estigma, la discriminación, la vergüenza, el miedo a ser juzgados, hace que estas personas no se animen a iniciar un tratamiento médico adecuado.
De este modo, se sigue culpando a las personas adictas de su enfermedad aún cuando hay consenso médico en que la adicción es un trastorno del cerebro con componentes conductuales, muchas personas (y personal médico) la siguen viendo como una cuestión de debilidad moral y defectos del carácter. Como resultado, muchas veces la persona adicta internaliza el estigma de modo tal que se niega a buscar ayuda, haciendo que su problema continúe y empeore con el tiempo.
La estigmatización dentro del personal médico
Nadie imagina que el personal médico de un hospital le niegue la atención a una persona con fiebre o dolor de garganta. Sin embargo, muchas veces quienes llegan a instituciones médicas por problemas de drogas o alcohol, son tratados de forma deficiente o incluso rechazados por temor a su comportamiento, lo que denota una grave falta de herramientas y de educación médica respecto a este tipo de enfermedades.
El estigma, una sentencia de muerte
De este modo, el estigma se transforma en una forma palpable de aislar a los enfermos, llevándolos incluso a agravar su problema e insertarlos nuevamente en el círculo vicioso de consumo del que se vuelve muy difícil escapar.
El estigma y la importancia de las palabras
La forma estigmatizante en la que aún hoy, muchas personas se refieren a los adictos, suelen generar actitudes negativas o avergonzantes sobre quienes sufren esta enfermedad. Por eso, el uso de las palabras es importante y puede ser definitorio a la hora de comunicarnos con un adicto.
¿Cómo podemos ayudar a cambiar la situación?
Primero que nada, es importante asegurarnos de no usar palabras estigmatizantes, utilizando un lenguaje que invoque primero a la persona, de modo tal de no poner el foco en la enfermedad, es decir, no definirlo por su condición de adicto. Por ejemplo, la frase “persona con un trastorno por consumo de drogas” logra separar a la persona del trastorno.
Dejar que las personas elijan cómo se las describe o, en caso de no estar seguro, preguntar a amigos y seres queridos sobre cómo se refiere la persona a sí misma. Otro término que debemos evitar es el de “alcohólico” o “borracho”. En vez de eso, podemos decir “persona con un trastorno por consumo de alcohol”. De esta forma evitamos generar asociaciones negativas y actitudes de castigo o culpa.
Otra forma de mantenernos alejados de la estigmatización es utilizar terminología médica precisa, como con cualquier otra enfermedad. Evitar términos negativos que puedan generar desesperanza o humillación en la persona enferma. La palabra “hábito”, con frecuencia es usada para describir a quien consume. Esta palabra implica que una persona elige consumir drogas, a la vez que minimiza la enfermedad al dar a entender que puede dejarla solo con un cambio de hábito. En vez de usar la palabra “sucio” o “limpio” de drogas, los términos correctos serían “estar en remisión”, “recuperación” o sin beber o consumir drogas, de modo tal que sea algo más neutral.
Cambiar para romper estigmas
La estigmatización de cualquier enfermedad implica ejercer violencia simbólica sobre un grupo vulnerable de personas, pudiendo ocasionar problemas palpables e irreversibles en su psiquis. Con pequeños cambios podemos ayudar a romper el estigma y aumentar las chances de un tratamiento exitoso. Si sufres un trastorno por consumo de drogas y necesitas ayuda, no dudes en acudir a nosotros.
Ana Ces. Coordinadora Programas Fundació Forum