En este momento estás viendo Dopamina y adicciones

Dopamina y adicciones

Con frecuencia solemos escuchar hablar de la dopamina como algo beneficioso para nuestra salud y bienestar. Pero ¿realmente sabemos qué es y cómo funciona este neurotransmisor catecolaminérgico? o ¿por qué es el neurotransmisor más importante del Sistema Nervioso Central de los mamíferos?

Si bien todos hemos escuchado hablar de su importancia, quizá no sepamos cómo funciona al consumir drogas y qué consecuencias puede ocasionar en nuestro cuerpo.

El objetivo de este artículo es comprender de qué forma algunas adicciones pueden actuar a nivel bioquímico y cerebral afectando el normal funcionamiento de las personas.

¿Qué es la dopamina?

Existen ciertos neurotransmisores en nuestro cerebro que son los responsables de las sensaciones de placer al realizar ciertas actividades como comer, socializar, etc.

Llamamos a esta reacción “sistemas de recompensa”, ya que identifica las conductas beneficiosas y las refuerzan mediante recompensas.

A nivel bioquímico, todas las experiencias placenteras responden a una cascada de reacciones químicas activadas por la dopamina en el núcleo accumbens.

¿Cuál es el rol de la dopamina?

La dopamina es la encargada de transmitir que determinadas acciones o sustancias son ‘importantes’ o ‘útiles’ para nuestra supervivencia.

De esta forma, al realizar acciones como comer algo rico, pasar tiempo con nuestros seres queridos, tener relaciones sexuales, es la dopamina la encargada de transmitir a nuestro cerebro que esa acción es importante y, en base a esto, nuestro cuerpo activa numerosas conexiones de distintos núcleos cerebrales los cuales intentan interiorizar dicha sensación para repetirla y crear un hábito.

Dopamina y consumo de drogas ¿Cómo se relacionan?

Si bien la dopamina es beneficiosa para nuestro cuerpo y, en cierta medida es la encargada de que sigamos haciendo las cosas que nos gustan, la mayoría de las drogas intervienen negativamente en este sistema de recompensa.

Las drogas excitan a las neuronas productoras de dopamina, creando una sobreestimulación de dichas neuronas y acumulando cantidades mayores a las normales, lo cual puede desencadenar sensaciones de euforia más fuertes y duraderas de lo común.

El problema radica en que si el consumo de drogas es continuo, nuestro sistema de recompensas empieza a verse afectado y los estímulos cotidianos antes mencionados empiezan a tener cada vez menos efecto. Generando que todo aquello que antes nos producía placer y sensación de bienestar, ya no lo haga.

Cuando esto se produce, la persona comienza a sentir una necesidad cada vez mayor de consumir drogas para volver a sentir esa sensación, al mismo tiempo que el cuerpo empieza a generar resistencia a dicha droga llevándonos a necesitar una dosis cada vez más alta para llegar a la misma sensación. Es así como la motivación que podemos sentir para cualquier otro tipo de actividad, comienza a disminuir hasta desaparecer, generando que la persona se sienta deprimida y sin ganas de nada más que consumir.

En líneas generales, es así como se construye la conducta adictiva a nivel cerebral.

¿Se convierte en adicto todo aquel que prueba una droga o sustancia?

Para responder esta pregunta, quizá resulte mejor dar un ejemplo de la vida cotidiana. Como hemos mencionado en entradas anteriores, una persona puede ser adicta a sustancias de consumo diario como el azúcar o el alcohol.

Sin embargo, esto no implica que si algún día bebemos un vaso de vino o comemos un chocolate nos convertiremos en adictos. Para desarrollar una adicción es necesario que la persona tenga una conducta de consumo repetitiva y prolongada en el tiempo.

Asimismo, existe una predisposición genética en determinadas personas a desarrollar una adicción de forma más rápida que el resto. Normalmente, el adicto pasa por distintas etapas hasta llegar a la adicción, esto es, un consumo esporádico o social, un consumo habitual y, finalmente, el consumo compulsivo que modifica las funciones cerebrales.

Dopamina y su relación con las distintas drogas

Anfetaminas: se ha descubierto que las anfetaminas estimulan la producción de dopamina a nivel celular. 

Cocaína: esta droga  bloquea una enzima denominada DAT que tiene como función absorber la dopamina que descargan las neuronas. 

Nicotina y alcohol: estas drogas elevan los niveles de dopamina circulantes y aumentan los niveles de dopamina por medio de un bloqueo de la enzima MAO B. 

En conclusión, cuando una persona desarrolla una adicción, la dopamina se vuelve tan potente que genera que todo eso que produce sensación de placer, quede fijado en su memoria, de modo tal que el más mínimo estímulo puede generar en los adictos un deseo irrefrenable de seguir consumiendo. Esto sucede, por ejemplo, al encender un cigarrillo cerca de una persona adicta al tabaco. El simple olor puede llevar a la persona a no poder controlar las ganas de fumar.

Es por esto que cualquier conducta adictiva, por más leve que sea, no debe ser subestimada. Si notas que tú o alguien cercano a ti pierde la motivación a medida que aumenta el consumo de cualquier sustancia potencialmente adictiva, ponte en contacto con nosotros, podemos ayudarte.